Un estudio reciente, publicado en la revista The Lancet, revela que hasta el año 2100, el 97% de los países experimentarán una reducción en sus tasas de fertilidad. Este análisis destaca una tendencia preocupante: en los últimos 70 años, la tasa de natalidad global ha disminuido a menos de la mitad.
Para 2050, se prevé que más de tres cuartos de los países no mantendrán tasas de fertilidad lo suficientemente altas como para sostener el crecimiento poblacional. Esta proporción aumentará al 97% para finales del siglo. Estas proyecciones, publicadas recientemente, señalan un desafío demográfico global significativo.
Por otro lado, regiones de bajos ingresos, especialmente en África Subsahariana occidental y oriental, seguirán registrando altas tasas de fertilidad, impulsando el crecimiento poblacional en esas áreas. Esta disparidad demográfica tendrá profundas implicaciones en las economías y sociedades de todo el mundo, según destaca el estudio.
La investigación se basa en estimaciones del Estudio Global de Carga de Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo (GBD) 2021, realizado por el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington. Estas estimaciones proporcionan una visión de las tendencias actuales y futuras, a nivel regional, nacional y global, en relación con la fertilidad y los nacimientos.
En general, para mantener la sustitución generacional de la población a largo plazo, los países deben mantener una tasa de fertilidad total (TFT) de 2,1 niños por persona. Según el estudio, el número de países y territorios con una tasa de fertilidad total insostenible para la sustitución de la población alcanzará los 198, lo que representa el 97% de todos los países y territorios del mundo. Esto sugiere que en estas áreas, la población está destinada a disminuir, a menos que se implementen medidas como una inmigración eficiente o políticas que apoyen a los padres para compensar la baja fertilidad.
Para los investigadores responsables del estudio, estas nuevas predicciones resaltan los desafíos que enfrenta el crecimiento económico de países de ingresos medios y altos. Con una fuerza laboral en declive y un aumento de las cargas en los sistemas de salud y seguridad social debido al envejecimiento de la población, estos países enfrentan obstáculos significativos.
El contraste demográfico entre países de altos y bajos ingresos también es notable. El estudio prevé un gran cambio en el patrón global de nacimientos vivos, con una transición de los países de ingresos más altos a los de bajos ingresos. En 2021, aproximadamente el 29% de los bebés nacieron en África Subsahariana. Sin embargo, según las proyecciones, se espera que este número aumente a más de la mitad (54%) de todos los nacimientos globales, lo que destaca la urgencia de mejorar el acceso a métodos anticonceptivos y la educación femenina en esas regiones.
El autor principal del estudio, Stein Emil Vollset, del IHME, comenta: “Estamos presenciando cambios sociales notables en el siglo XXI. El mundo enfrentará simultáneamente un ‘baby boom’ en algunos países y un ‘baby bust’ en otros”. Esta observación subraya la complejidad y diversidad de las dinámicas demográficas globales y la necesidad de enfoques adaptativos e inclusivos para abordar estas transformaciones.
Natalia V. Bhattacharjee, coautora del estudio y científica principal de investigación del IHME, agrega que estas tendencias futuras en las tasas de fertilidad y los nacimientos vivos “reconfigurarán completamente la economía global y el equilibrio internacional de poder, exigiendo una reorganización de las sociedades”.
El estudio también destaca una disminución en la fertilidad en todo el mundo en las últimas décadas. En 1950, la tasa de fertilidad total global era de alrededor de cinco hijos por mujer, reduciéndose a 2,2 hijos por mujer en 2021. Esta tendencia es particularmente preocupante en países como Corea del Sur y Serbia, donde la tasa es inferior a 1,1 hijos.
Por otro lado, en África Subsahariana, las tasas de fertilidad permanecen elevadas, con un promedio de cuatro hijos por mujer en 2021, casi el doble del promedio mundial. En Chad, la tasa de fertilidad total es la más alta del mundo, con siete nacimientos por mujer.
La análisis también prevé una disminución adicional en la fertilidad global, con una proyección de una tasa de fertilidad total de aproximadamente 1,8 en 2050 y 1,6 en 2100. Para entonces, solo seis de los 204 países y territorios (Samoa, Somalia, Tonga, Níger, Chad y Tayikistán) deberán mantener tasas de fertilidad superiores a 2,1 nacimientos por mujer. En 13 países, incluidos Bután, Bangladesh, Nepal y Arabia Saudita, se espera que las tasas caigan a menos de un hijo por mujer.
Además, la mayoría del mundo está en transición hacia un declive natural de la población, donde el número de muertes supera al de nacimientos vivos. Se prevé que solo 26 países continúen registrando crecimiento poblacional en 2100, con el número de recién nacidos superando al número de muertes, incluidos Angola, Zambia y Uganda.
“En muchos aspectos, la disminución de las tasas de fertilidad es una historia de éxito, reflejando no solo una anticoncepción mejor y más fácilmente disponible, sino también el aplazamiento o la reducción del número de hijos por muchas mujeres, junto con un aumento en las oportunidades de educación y empleo”, analiza Vollset.
El análisis indica la necesidad de esfuerzos para ampliar el acceso a anticonceptivos modernos y promover la educación femenina, para acelerar el declive de la fertilidad y reducir las tasas de natalidad en países con altas tasas de fertilidad.
Además, el estudio investigó el impacto de las políticas pronatalistas, que ofrecen apoyo financiero y asistencia a la infancia y a las familias, en un intento por aumentar las tasas de fertilidad en países con bajos niveles de fertilidad. Basándose en datos de naciones que ya han implementado estas políticas, los resultados sugieren que tales medidas pueden evitar caídas excesivamente bajas en las tasas de fertilidad en algunas naciones.
Las bajas tasas de natalidad presentan una serie de desafíos, tanto para los individuos como para las sociedades en general. Con menos niños naciendo, la proporción de personas mayores en la población aumenta. Esto ejerce presión sobre los sistemas de salud, seguridad social y servicios de atención para personas mayores. El aumento del número de personas mayores en comparación con la población económicamente activa puede sobrecargar los recursos disponibles y dificultar el mantenimiento de programas de seguridad social.
La baja tasa de natalidad también puede tener efectos negativos sobre el consumo, la inversión y el crecimiento económico a largo plazo. Con menos niños naciendo, hay menos demanda de productos y servicios relacionados con la infancia, como educación, guarderías y juguetes.