En Japón, una serie de acontecimientos destacados está moldeando el panorama económico y financiero del país. El Banco de Japón (BoJ) anunció el fin de un ciclo de ocho años de tasas de interés negativas, señalando un cambio significativo en la política económica japonesa. Este movimiento acompaña la ascensión de los “Siete Samuráis” en el mercado financiero, un grupo de empresas que está impulsando el rendimiento de la Bolsa de Tokio en 2024.
Las inversiones globales, especialmente desde China, han estado fluyendo hacia el mercado de valores japonés, impulsando a las empresas del país a alcanzar ganancias que superan al S&P 500. Este grupo de empresas, conocido como los “Siete Samuráis”, lidera el mercado de valores de Tokio, destacándose por su valor y notable rendimiento. Entre ellas se encuentran Tokyo Electron, Mitsubishi, Toyota, Nintendo, Fast Retailing (propietaria de Uniqlo), Sony y Mitsubishi UFJ Financial Group.
Un análisis realizado por la fintech israelí Bridgewise, titulado “El Regreso de los Siete Samuráis”, compara estas empresas japonesas con las gigantes tecnológicas estadounidenses que lideran el S&P 500. Este estudio resalta el rendimiento excepcional de las empresas japonesas en sectores como semiconductores, automotriz, entretenimiento y minorista.
Los nuevos vientos del mercado japonés se reflejan en el desempeño del índice Nikkei de la Bolsa de Tokio, que ha acumulado una impresionante ganancia del 14,6% en el año, superando al S&P 500 de Estados Unidos, que registró un retorno más modesto del 4,3%. Este cambio en el panorama indica un cambio significativo en la dinámica financiera global y destaca el resurgimiento de la economía japonesa como una fuerza a tener en cuenta en los mercados internacionales.
En el escenario económico global, un cambio de rumbo está impulsando a la economía japonesa a un nuevo nivel destacado. El débil rendimiento del mercado de valores chino, junto con la depreciación del yen, ha estado dirigiendo las inversiones globales hacia las empresas japonesas, marcando un cambio significativo en la dinámica financiera de la región.
Según un análisis realizado por Bridgewise, aunque las gigantes estadounidenses, conocidas como las “Magníficas Siete”, superaron a los “Siete Samuráis” japoneses en un período acumulado de 12 meses, registrando una apreciación del 89% frente al 73% de las empresas japonesas, el panorama cambió en los primeros tres meses de 2024. Los “Samuráis” demostraron un rendimiento notablemente superior, con una ganancia del 23,1%, en comparación con solo el 9,2% de las “Magníficas Siete”.
“El aumento de los tipos de interés, combinado con la depreciación del yen, puede beneficiar a Japón al atraer más inversiones del mercado estadounidense y controlar la inflación”, afirma Thiago Guedes, analista y director de negocios de Bridgewise.
El índice Nikkei 225 ya había superado al S&P 500 tanto en 2022 como en 2023. En 2022, la caída del 9,4% en el índice Nikkei fue menor que la caída del 19,4% del S&P. En 2023, las ganancias del índice Nikkei alcanzaron el 28,2%, superando el 24,2% del S&P. Además, recientemente, el índice Nikkei alcanzó su nivel más alto en 34 años y está en camino de revisitar su récord histórico de 1989.
“La depreciación del yen indica que invertir en empresas japonesas es más accesible, además del efecto de la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China, que favorece a las empresas tecnológicas japonesas”, añade Guedes.
Estos desarrollos económicos señalan una revitalización de la economía japonesa y una nueva posición destacada en el mercado global, a medida que las empresas japonesas lideran la recuperación y la innovación en sectores clave de la industria.
El Banco de Japón (BoJ) tomó una decisión histórica el martes 19 de marzo al elevar las tasas de interés por primera vez desde 2007, poniendo fin así a un ciclo de ocho años de tasas negativas. La medida fue recibida con un aumento del 0,7% en el índice Nikkei, reflejando la importancia del momento para la economía japonesa.
Las tasas de interés se elevaron al rango entre el 0% y el 0,1%, revirtiendo el rango anterior que variaba de -0,1% a 0%. Este cambio representa un esfuerzo agresivo del banco central para estimular la economía del país, que ha estado luchando con bajos indicadores de crecimiento y consumo durante décadas, en gran parte debido a una alta deuda desde la década de 1990, que culminó en un largo período de deflación.
Además de elevar las tasas de interés, el BoJ también eliminó los controles de la curva de rendimientos, una política implementada en 2016 para fortalecer las medidas de flexibilización monetaria, que limitaban los rendimientos de los bonos del gobierno japonés a 10 años.
A pesar de estos cambios, el BoJ anunció que mantendrá su política de compra mensual de alrededor de 6 billones de yenes en bonos del gobierno, destacando la persistente debilidad de la economía japonesa, especialmente con el consumo de las familias aún a un ritmo lento.
Por otro lado, el banco central japonés dejará de comprar fondos cotizados en bolsa (ETF) y fondos de inversión inmobiliaria japoneses (J-Reits), lo que debería resultar en una liquidez significativa en el mercado. Desde 2010, el BoJ ha adquirido 37 billones de yenes en ETF y 650 mil millones de yenes en J-Reits. Este cambio marca un nuevo capítulo en la política monetaria de Japón y puede tener amplios efectos sobre los mercados financieros y la economía global.
Desde 2016, el Banco de Japón (BoJ) ha estado aplicando tasas de interés negativas como medida para estimular los préstamos bancarios, impulsar el gasto y mitigar los riesgos asociados a un posible enfriamiento económico global. Esta estrategia, compartida por otros bancos centrales en la zona del euro, países nórdicos y en Suiza después de la crisis financiera de 2011, era única en Japón hasta el momento.
Sin embargo, el cambio en la política monetaria japonesa está estrechamente ligado a un factor crucial en la economía del país: la inflación. Después de alcanzar un pico del 4,5% anual en el período posterior a la pandemia, el índice de inflación de enero, el dato más reciente disponible, se registró en un 2,2%.
El movimiento hacia una política monetaria más convencional ha ganado fuerza, especialmente después de que la Confederación Sindical Japonesa, la mayor asociación de sindicatos del país, negociara para que sus siete millones de miembros recibieran aumentos salariales superiores al 5% este año, marcando el mayor aumento anual desde 1991. Esta iniciativa se sumó a un aumento salarial promedio de alrededor del 3,6% en 2023.
Nicolas Borsoi, economista de la correduría Nova Futura, destacó que “el comportamiento del mercado laboral, con una baja tasa de desempleo, fue esencial para esta decisión del BC japonés”, en una entrevista con NeoFeed. Este cambio indica una respuesta directa a las condiciones económicas y al aumento de la presión inflacionaria, con el BoJ buscando equilibrar las necesidades de crecimiento económico con la estabilidad de los precios.
Nicolas Borsoi, economista de la correduría Nova Futura, explicó que la autoridad monetaria de Japón interpretó el aumento de los salarios como un indicativo de que tanto las empresas como los trabajadores esperan que los precios permanezcan más altos. Resaltó que “el bajo desempleo y la alta inflación para los estándares japoneses justifican este cambio en las tasas de interés”, agregando una perspectiva crucial sobre la decisión del Banco de Japón.
Los cambios en la política monetaria japonesa se espera que desencadenen nuevos flujos de inversión global con el tiempo. Borsoi destacó que este crecimiento es impulsado por la composición del índice Nikkei, donde las empresas exportadoras y tecnológicas están entre las más valoradas.
“Japón está funcionando bien en las exportaciones, gracias a la reubicación de las cadenas de suministro globales, y las empresas tecnológicas japonesas se están beneficiando del rally de las empresas tecnológicas estadounidenses, lo que consecuentemente está impulsando el mercado de valores japonés”, dijo Borsoi.
El economista también observó que el crecimiento del mercado de valores comenzó antes de que el Banco de Japón revirtiera las tasas de interés negativas. Atribuyó este fenómeno al hecho de que la bolsa de valores se ve como un activo seguro, especialmente en un entorno donde los tipos de interés negativos no ofrecen rendimientos a los inversores. Esta dinámica resalta la complejidad de las interacciones entre las políticas monetarias, el mercado financiero y la economía real.